La revolución de la margarita

La pegatina con la efigie de la flor se pone de moda entre los automovilistas, después de verla impresa en el mono y en el morro del coche de Fernando Alonso.

«No sé qué significan, pero muchos coches llevan esas margaritas, y por eso el mío también». Traducido, ¿dónde va Vicente?, pues como siempre, donde va la gente. Así que las margaritas florecen como hongos en la chapa de los coches.

No se trata de una nueva especie vegetal adaptada a los rigores del tráfico urbano, sino de varias pegatinas, dos de ellas correspondientes a marcas de ropa, una tercera es un símbolo windsurfero y el resto no tienen pedigrí.

Su diseño, por lógica, no es el mismo, pero como todas representan margaritas, tienen un innegable aire de familia que hace que mucha gente las confunda.

En realidad el éxito repentino se debe a que Fernando Alonso y todo el equipo Renault de Fórmula 1 -Flavio Briatore incluido- llevan la margarita en sus uniformes. Se trata del logo de la marca italiana de ropa Guru, que desde 2004 es uno de los patrocinadores del piloto asturiano y de su compañero Fisichella. De hecho la margarita también figura en el morro de los dos monoplazas, así como en el casco del piloto español y en el de su compañero.

La otra marca de la margarita es española, guipuzcoana, para mayor precisión. Su nombre es Loreak Mendian, (flores en el monte, en euskera) y arrasa entre la gente joven.

La tercera en esta lista de éxitos es la conocida como margarita de Tarifa, puesta de moda por los windsurfistas que se dan cita en la localidad gaditana. Es posible encontrarla en los portales de compra-venta de Internet, y su precio suele rondar los 13 euros.

Pero, ¿por qué ha surgido esta moda? El psicólogo social Luis Muiño afirma que, «como ocurre con todas las modas repentinas, es imposible saberlo a ciencia cierta». No obstante, Muiño recuerda que «en este caso concreto ha habido una figura pública que ha ejercido de patrón» (Fernando Alonso), y que, al promocionar una marca con ese logotipo, «la gente, y muy especialmente los jóvenes, lo asocian a sus circunstancias».

A esto hay que añadirle otra causa, «el efecto multiplicador que tiene la publicidad», que acelera la difusión del fenómeno hasta convertirlo en moda. «Esta expansión se basa en la mimética, es decir, en colocar esa pegatina por imitación pero sin saber por qué», apunta Muiño.